FOLLETO "Especial Marcas Invierno" Dulce Bebé

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MADRES AL SERVICIO DE OTRAS MADRES



Navarra fue pionera con las llamadas Casas Amigas. En Aragón se establecieron como Casas Canguro, y en Madrid como “Madres de Día”. Un fenómeno muy extendido por Centroeuropa, donde la actividad está regulada, inspeccionada y subvencionada, y que llegó a España hace una década con el objetivo de ofrecer a los papás una nueva vía para conciliar vida laboral y familiar.

Atención personalizada para niños menores de tres años
En Alemania son “tagesmutter”, en Suiza “mamans de jour”, en Francia ”assistante maternelle” y en Reino Unido “childminders“. A principios de 2004 se establecieron en nuestro país y poco a poco se han ido extendiendo como una alternativa a las guarderías. Según explica Inés Gámez, presidenta de la Asociación Madres de Día, “la profesión de madre de día consiste en atender, en el propio hogar de una educadora profesional, a un número reducido de niños, 3-4 máximo, normalmente menores de tres años y en horarios compatibles, para ayudar a las familias en sus necesidades de conciliación familiar y laboral”. Un sistema que permite a los padres confiar el cuidado y la educación de sus hijos a personas formadas y cualificadas, aportando horarios flexibles, mayor disponibilidad y una atención personalizada. “Con un máximo de cuatro niños, sí es posible ofrecer una atención verdaderamente individualizada, así como hacer realidad algo vital para el pequeño: profundizar en la relación de uno a uno”, explica Inés Gámez.

¿Es seguro este sistema?
Las madres de día son profesionales tituladas: educadoras, maestras, técnicos superior en educación infantil, pedagogas, psicólogas infantiles… En España, no existe una norma común para el ejercicio de esta profesión ni una regularización oficial y su normalización depende de las Comunidades Autónomas. Por ejemplo, en Huesca la iniciativa es promovida por la Federación de Amas de Casa, Consumidores y Usuarios de la provincia que intenta seguir el ejemplo de las asistentas maternales francesas. En Madrid, las Madres de Día están a la espera de aprobación de la normativa por parte de la Comunidad. Esta norma establecerá las condiciones necesarias del hogar de la educadora (espacio, ventilación, medidas de seguridad...) y hará inspecciones previas a la puesta en marcha de las iniciativas. Por su parte en Navarra, las Casas Amigas sí cuentan con una normativa específica y están avaladas por el Gobierno Foral que las subvenciona, a través del Departamento de Política Social, Igualdad, Deportes y Juventud.

Experiencia personal
Mónica Martí es la mamá de Fabiola, de 2 años. Viven en Austria donde la profesión de tagesmutter está bastante extendida a través de asociaciones que la coordinan. Comenzaron ayudando a madres solteras pero ahora se han convertido en la opción más demandada por los padres. Y es que en Austria las escuelas infantiles para menores de 3 años brillan por su ausencia. “Nosotros vivimos en una población de 5.000 habitantes y solo hay dos guarderías”, explica Mónica. Cuando Fabiola cumplió un año, ella se incorporó a trabajar (en Austria la baja maternal puede extenderse hasta que el niño cumple tres años) y junto a su marido Klaus, escogieron a una madre de día. “Fuimos a una asociación y elegimos, de entre un listado de madres, la que tenía mejores referencias”. La elección de la madre de día corre a cargo de la familia, pero la nueva “mamá” también puede escoger a los niños que cuida. “Pasas un día entero allí con tu hijo, la madre de día y el resto de niños, para ver cómo funciona todo, cómo se desenvuelve y cómo se comporta tu hijo en ese ambiente. Al acabar el día, la madre de día te dice si tu hijo se ha acoplado y tú también valoras la experiencia. La elección es mutua”, explica Mónica.

En Austria, las mamás de día están subvencionadas por el estado. La principal ventaja es que estas educadoras tienen como mucho a cuatro niños a su cargo y que el trato es muy familiar. “Siguen sus horarios, su ritmo y la educan en los valores que comparte con la familia, por eso es importante encajar desde el principio”, afirma Mónica. De hecho a los pocos meses de comenzar con este sistema, Mónica empezó a observar que su hija recogía los zapatos, ponía sola el plato en la mesa y ordenaba los juguetes. ¿La desventaja? “La evolución en niños de distintas edades: Fabiola ya tiene dos años y empieza a aburrirse porque ahora comparte casa con niños de un año”, apunta Mónica. definida en cuando a derechos y obligaciones en la legislación francesa


LLEGA LA COMIDA SÓLIDA II. PRIMEROS TROCITOS


La primera etapa en la introducción de los nuevos alimentos suele ser la más sencilla, puesto que a la mayoría de los bebés les gustan los sabores dulces de la fruta, no rechazan los cereales (a no ser que sufran de intolerancia al gluten) y suelen tener pocos reparos a la hora de comer pollo o carne. Sin embargo, la introducción del pescado no siempre es fácil y menos aún en los casos en los que a los papás no les gusta demasiado este alimento. Tendréis que hacer un esfuerzo tanto para cocinarlo como para que os vea comerlo a vosotros también, porque a partir de los ocho meses, el pescado aparece en su nueva dieta.

A partir de los ocho meses:

·         Pescado. Casi siempre como cena, porque se digiere mejor. Haz una papilla de verdura y añádele un poco de pescado blanco (lenguado, merluza, dorada, lubina..) también triturado y previamente hervido. Ten en cuenta que el pescado se hace enseguida por lo que, con 5-10 minutos de cocción, ya estará hecho.

Esquema de menú para un bebé de 8 meses:

Desayuno
(7.00h-9.00h)
Papilla de cereales o lactancia materna o biberón (de 210ml a 240ml)
Comida
(12.00h-13.00h)
Papilla de verdura (con pollo, ternera o cordero)
Merienda
(16.00h-17.00h)
Papilla de fruta (con o sin galleta)
Cena
(20.00h-21.00h)
Papilla de pescado
Resopón
(0.00h-01.00h)
Lactancia materna o biberón


·         Huevo. A los 9 meses ya puedes introducir el huevo, aunque solo la yema. Comienza añadiendo un tercio de yema a una de las papillas (la de pescado o la de pollo) un par de veces por semana. Si lo tolera bien, podrás ir ampliando hasta darle una yema entera a la semana.

A partir de los 12 meses:

·         Legumbres. Los niños no son muy amigos de las legumbres, pero es importante que las coman en casa de manera habitual para que se acostumbren. Tu bebé de un año ya puede comer lentejas, garbanzos y alubias, siempre hechas con alimentos de fácil digestión (¡nada de tocino, chorizo ni morcilla!)
·    Las verduras de hoja verde, como las acelgas y las espinacas, y la remolacha y el nabo no se recomiendan antes del año por contener muchos nitratos. Puedes comenzar con las acelgas, cuyo sabor es más suave, añadiéndolas a alguna papilla.
·       Clara de huevo. A partir del año puedes ofrecerle huevo entero de múltiples formas: en tortilla, revuelto, pasado por agua, hervido, al plato....
·          Leche de vaca. A pesar de existir en el mercado diversas leches en polvo “de crecimiento”, tras su primer año de vida muchos pediatras dan “vía libre” a la leche de vaca y sus derivados (quesos, yogures, etc…). Se recomienda que tome al menos 500ml de leche al día (dos vasos) por lo que puedes comenzar a darle yogur de postre o biberón tras la cena.

Sus primeros trocitos

La salida de los primeros dientes suele ser una referencia para muchos papás para empezar a darle pequeños trocitos a su bebé, aunque en realidad es gracias a las encías como mastican los alimentos, fortaleciéndolas. A partir de los 8 o 9 meses puedes darle trozos de pan o galletas, que se deshacen muy fácilmente. Eso sí, siempre bajo supervisión de un adulto. A partir del año, aunque todavía no tenga dientes, puedes ir introduciendo algunos alimentos sin triturar: arroz, sémola, pescado, tortilla, patata o zanahoria hervida… En esta etapa, los niños empiezan a crecer más despacio por lo que no te extrañe si tu hijo come menos. Ten en cuenta que masticar supone un gran esfuerzo para él, por lo que muchas veces no será falta de hambre lo que tenga, sino cansancio. Empieza ofreciéndole pequeños trocitos y si ves que para, tritúrale el resto. Será capaz de comer todo su plato en trocitos alrededor del año y medio.





LLEGÓ LA COMIDA SÓLIDA I. PRIMERAS PAPILLAS Y NUEVOS SABORES


Tu gran preocupación como mamá, desde el mismo momento del parto, es que tu bebé coja peso y coma bien. Durante nueve meses se alimentó gracias a ti y por eso cuidaste tu dieta. Si optaste por la lactancia materna, estuviste a su disposición para ofrecerle comida o si te decantaste por el biberón, siempre tuvo la cantidad de leche adecuada a sus demandas en el momento preciso. La naturaleza, tan sabia e instintiva, te genera un estado de alerta continuo y de responsabilidad por lo que se refiere a la alimentación de tu bebé. Sin embargo, a partir de los cuatro meses, o de los seis si has podido alargar un poco más la lactancia, has de comenzar a introducir en la dieta de tu hijo nuevos sabores, texturas y nutrientes que ya no dependen solo de ti. La llegada de la comida sólida puede ser un camino de rosas o una tortura.

Lo que necesitarás:

  • Pechitos o baberos. Si son de tela elije los que están plastificados por la parte trasera, para que los líquidos o alimentos que puedan caer no traspasen a su ropa. Los de plástico se limpian con más facilidad pero duran menos tiempo. A partir del noveno mes, cuando empiece a comer trocitos, puedes hacerte con aquellos diseños más rígidos cuya forma acabada en bolsa permite recoger trocitos.
  • Cucharitas de silicona. Son ideales para las encías de los bebés. Blanditas y flexibles para los primeros meses y un poco más rígidas a medida que va aprendiendo a comer con cuchara.
  • Vaso con asas. Para que comience a experimentar bebiendo agua solito. Es preferible que el agua se la ofrezcas en vaso en lugar de biberón.
  •  Trona. Las hay para todos los gustos y bolsillos. Lo importante es que sea fácilmente lavable.

Cereales, fruta, pollo.... ¿Cuándo y cómo?
El pediatra o la enfermera pediátrica serán quienes te informen de cuando comenzar a introducir los nuevos alimentos en la dieta de tu hijo. Sin embargo, puede que no te expliquen en qué momento del día es más recomendable uno u otro alimento o la cantidad que tienes que darle. Por ejemplo, algunas mamás dan a sus hijos los cereales en el desayuno y otras prefieren añadirlos al biberón de la cena, para que duerman mejor. No importa tanto el orden del menú como que tu bebé comience a probar los nuevos alimentos, de manera gradual, para descartar posibles intolerancias o alergias.

A partir de los 4 meses:

·       Cereales sin gluten. Si optas por hacerlos en papilla para el desayuno añade a la leche de fórmula (tal y como la preparas habitualmente), o a la tuya si decides extraerte, entre 5 a 7 cucharaditas de cereales, y remueve. Tienes que conseguir una crema espesa, que se pueda coger con la cuchara sin derramarse. Si se los das para cenar, otra opción es añadir de 2 a 4 cacitos de cereales al biberón que le das antes de ir a dormir.

·       Fruta. Comienza con una papilla compuesta por media manzana, media pera y medio plátano. Si tu bebé tiene problemas de estreñimiento puedes añadir un poquito de zumo de naranja (natural). Tritúralo todo bien y listo. A medida que vaya creciendo puedes poner alguna pieza de fruta entera. Evita las fresas hasta que cumpla un año, ya que son más alérgicas. La papilla de fruta suele sustituir a la toma de la merienda.

Esquema de menú para un bebé de 4 meses:

Desayuno
(7.00h-9.00h)
Papilla de cereales sin gluten o lactancia materna o biberón (de 210ml a 240ml)
Comida
(12.00h-13.00h)
Lactancia materna o biberón
Merienda
(16.00h-17.00h)
Papilla de fruta
Cena
(20.00h-21.00h)
Lactancia materna o biberón con cereales sin gluten (de 210 ml a 240 ml y entre 2 y 4 cacitos de cerales)
Resopón
(0.00h-01.00h)
Lactancia materna o biberón


A partir de los 6 meses:
Muchas mamás, además de los cereales sin gluten y la fruta, introducen también a partir de los cuatro meses las verduras y el pollo/ternera. No hay ninguna prisa, puedes comenzar a partir de los seis meses, cuando el sistema digestivo de tu bebé está también más desarrollado. Los alimentos que comenzarás a introducir en esta etapa son:

·       Cereales con gluten. De la misma manera que hasta ahora, en papilla o mezclados en el bibe de la noche.

·       Fruta. Como merienda. Puedes añadirle una galleta en la papilla. No solo la endulzará sino que le estarás aportando carbohidratos que le dan energía y son esenciales para su desarrollo. Introduce también nuevas frutas como el melón o la uva.

·       Verduras. Las verduras son una fuente de vitaminas fundamentales para tu bebé. Comienza con una papilla ligera, por ejemplo, solo con una patata pequeña, media zanahoria y un poquito de puerro y añade caldo para que no se quede muy espesa. Conforme empiece a aceptar los alimentos puedes ampliar la papilla y el caldo con judía verde, cebolla, calabaza, berenjena, tomate, calabacín y algo de pollo. Intenta variar el menú cada dos o tres días (por ejemplo, si no quieres mezclar todas las verduras a la vez puedes hacer crema de calabaza, de judías verdes, crema de calabacín....).

·       Pollo, ternera y cordero. Puedes dárselo directamente en la primera papilla de verdura, añadiendo un trocito triturado, unos 150-200gr aproximadamente. Empieza por el pollo, luego la ternera y por último el cordero ya que su sabor es más fuerte. Esta papilla suele sustituir a la toma de la comida.

Consejo: Si quieres ser práctica y no tienes mucho tiempo, dedica una tarde a hacer las papillas de toda la semana. Puedes utilizar los envases de potitos que hayas usado, ya que tienen la medida justa de 250 gramos que se suele dar a los bebés en esta etapa. Asegúrate de que estén bien cerrados y congélalos. Cada noche saca uno y así no tendrás que hacer cada día una papilla diferente.




Esquema de menú para un bebé de 6 meses:

Desayuno
(7.00h-9.00h)
Papilla de cereales con gluten o lactancia materna o biberón (de 210ml a 240ml)
Comida
(12.00h-13.00h)
Papilla de verdura (con pollo, ternera o cordero)
Merienda
(16.00h-17.00h)
Papilla de fruta (con o sin galleta)
Cena
(20.00h-21.00h)
Lactancia materna o biberón con cereales con gluten (de 210 ml a 240 ml y entre 2 y 4 cacitos de cerales)
Resopón
(0.00h-01.00h)
Lactancia materna o biberón


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CLAVES PARA QUE APRENDA A HACER PIPÍ


CLAVES PARA QUE APRENDA A HACER PIPÍ

El proceso de aprendizaje de controlar el pipí es un gran reto, no solo para los papás, que tienen que afrontarlo con grandes dosis de paciencia, sino también para los niños, ya que supone el paso hacia su autonomía e independencia. Lo que hasta ahora era una acción espontánea y libre, hacer pis en cualquier momento y en cualquier lugar, se convierte en un acto organizado que deberá seguir unas pautas para convertirse en un “hábito”. El niño se siente liberado sin el pañal, pero también inseguro, por lo que el apoyo y el acompañamiento en esta nueva etapa por parte de los papás es fundamental.

No hay una edad concreta para comenzar, aunque sí es aconsejable hacer coincidir la retirada del pañal con los meses más cálidos (entre mayo y septiembre). Según explica el doctor Javier González de Dios, miembro del Comité de Educación Pediátrica de la Asociación Española de Pediatría, “hay algunos indicios que pueden ayudar a los padres a adivinar si el niño está preparado: no moja constantemente el pañal, avisa cuando está sucio y es capaz de entender nuestras instrucciones. Cada niño tiene su tiempo de control de esfínteres, pero entre los 18 y 24 meses suele ser un buen momento para intentarlo”.

PARA EMPEZAR PUEDES….
  • Marcar unas rutinas. Las normas ayudan a los niños a establecer pautas de aprendizaje por lo que, al igual que para comer o para dormir, marcar unas rutinas para ir al baño le ayudará. Esta rutina puede comenzar por sentarle en el baño cada 30-60 minutos, diciéndole “vamos a hacer pis”.
  • Hacerle sentir mayor. Explica a tu hijo que ya no necesita el pañal para hacer pipí o caca porque se está haciendo mayor, que ir al baño es normal y que todos los mayores lo hacen. Los expertos coinciden en señalar que para los pequeños, el sentirse “mayor” es un gran estímulo.
  • Imitar a papá y mamá. Los niños aprenden por imitación. Puedes decirle que te acompañe al baño y explicarle por qué vas a hacer pipí allí o incluso, si tiene hermanos mayores, animarle a que les acompañe. A los niños les encanta imitar y será una manera de que quiera hacer lo mismo que vosotros.
  • Premiarle cuando lo consiga. El sistema de premios cada vez que vaya al baño es un buen mecanismo si tu hijo es perezoso para pedir pipí. Poned una pegatina cada vez que lo logre, marcad con una carita sonriente un panel de tareas, cantad una canción cuando acabe, etc... Enséñale como si fuera un juego.
  • Llevar siempre varias mudas de repuesto. Más vale prevenir que curar, por lo que es importante que, si tu hijo se hace pis encima, tengas ropa a mano para cambiarle.
  • Si has iniciado el proceso, ¡no decaigas!. Una vez comiences a quitarle el pañal nunca vuelvas atrás. El niño tiene que aprender y, aunque no lo creas, al final lo conseguirá, pero si percibe dudas o ve que cuando se hace pipí le vuelves a poner el pañal habrás dado un paso atrás.

LO QUE DEBES EVITAR…
  •  Enfadarte por no alcanzar tus metas. No te pongas plazos, ni metas que conseguir, como por ejemplo querer quitarle el pañal antes de empezar las clases. Con eso solo conseguirás frustrarte y creer que no lo estás haciendo bien si no lo consigues.
  •  No obligarle, reñirle ni castigarle. No le obligues a ir al baño si no quiere, puede que no tenga ganas y estarás forzándole. Si se le escapa el pis antes de llegar, hay que quitarle importancia y nunca reñirle, ni tampoco castigarle por orinar donde no debe. El niño necesita refuerzos positivos, nunca negativos. Si le reñimos continuamente y le decimos que lo que hace está mal, cogerá miedo y puede que acabe siendo peor que cuando empezó.
  • “No le dejes mojado si se hace pis encima”, señala el doctor González de Dios. “Nunca hay que hacerlo para que aprenda, las consignas negativas no son buenas, puede coger temor y que sea peor para el aprendizaje”, afirma. Aunque el niño se sienta mojado, puede que no le incomode y, si lo hace, puede sentirse avergonzado por no haber podido aguantar. 

* Información elaborada con la colaboración del doctor Javier González de Dios es miembro de Comité de Educación Pediátrica de la Asociación Española de Pediatría y miembro del Departamento de Pediatría del Hospital General Universitario de Alicante