Mitos, verdades y mentiras (1 de 3)

Hay una larga tradición popular de mitos y costumbres que rodean la salud de los bebés y como los papás pueden solucionar sus molestias. Aunque antes de aplicar ningún mito lo mejor sería que se lo comentarais a tu pediatra, sin temor al ridículo, sobre todo si sois primerizos, pues las habladurías sólo os confundirán.
No es verdad que…
Los bebés nacen sabiendo nadar.
Es cierto que los bebés dejan de respirar cuando se sumergen en el agua, pero esto no significa que sepan nadar. Si no se les saca rápidamente del agua, se ahogan porque sus pulmones se quedan bloqueados. Lo ideal sería que cuando el niño cumpla su primer aniversario aprenda a flotar y algunos movimientos de natación (estilo perrito), además con el agua se relajará. El pequeño debe estar siempre bien sujetado por un adulto, nunca puede estar solo, ni por un segundo, aunque sea un cubo con tres dedos
de agua. Recuerda que los bebés no aprenden a nadar hasta los cuatro años, pues no tienen un desarrollo motor suficiente para aprender movimientos de natación coordinados.
Llorar y gritar ensancha los pulmones
No existe ninguna relación entre el llanto y el desarrollo de los pulmones. Un bebé llora para comunicar que tiene hambre, calor o frío, se encuentra incómodo o porque necesita
compañía. Si no le haces caso se sentirá solo y desprotegido. El pequeño debe tener en todo momento la sensación de que las personas de su entorno lo quieren y lo cuidan.
El azúcar quita el hipo
Los bebés suelen tener hipo a menudo, debido a la inmadurez de su sistema neurológico. Si le das un poquito de azúcar posiblemente le guste, por el sabor dulce, pero el hipo seguirá igual. Tampoco es aconsejable administrarle
agua, ni mucho menos proporcionarle un susto, como dicen algunos adultos. Lo mejor es dejarlo hacer lo que estaba haciendo: comer, reírse... con seguridad el hipo se irá solo si el bebé está tranquilo.

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