Post-Parto:La depresión en los nuevos padres.

Tras nueves meses de dulce espera, llega uno de los momentos más felices en la vida de una mujer: el nacimiento de su hijo. Al fin puede ver su rostro, estrecharlo entre sus brazos y disfrutar del nuevo miembro de la familia.
Sin embargo, en ocasiones, el final del cuento no es tan feliz como habían imaginado. Muchas mujeres se enfrentan a un cuadro de ansiedad, estrés, cansancio y tristeza que les impide disfrutar de las primeras semanas de maternidad.
El babyblues
Después del parto, un alto porcentaje de mujeres
afrontan una etapa de tristeza conocida como babyblues. De repente, la madre debe hacer frente a diversas dificultades como la lactancia, la falta de horas de sueño o los cambios hormonales.
A pasos agigantados, y mientras se adapta a la maternidad, experimenta numerosos cambios de humor y se ve invadida por la melancolía, la irritabilidad y la apatía.
Generalmente, esta etapa se prolonga durante unas dos semanas y no tiene efectos adversos ni para la madre ni para el bebé.
La depresión posparto
Si los síntomas se prolongan en el tiempo, es posible que la mujer sufra una depresión posparto.
Se trata de un estado depresivo que se produce después del nacimiento del bebé y que provoca sentimientos de angustia, abatimiento, inseguridad o cansancio. En España, un 10% de las mujeres sufre este tipo de depresión, según los datos presentados en el XIV Congreso Nacional de Psiquiatría 2010 celebrado en Barcelona. La mujer afronta numerosos cambios en su vida que afectan a su propio cuerpo, a su trabajo e incluso a su libertad.  Todos estos factores pueden ser la causa de miedos, baja autoestima, pérdida de apetito o insomnio, entre otras muchas manifestaciones. La depresión posparto, que se presenta poco después del alumbramiento, puede prolongarse durante todo un año, o incluso más, aunque si se diagnostica y se trata se puede superar en aproximadamente dos meses.
Afecta a todos
Aunque este estado depresivo se identifica de forma automática con la mujer, lo cierto es que también afecta al bebé y al hombre. En cuanto al bebé, la relación entre el niño y la madre se rompe, lo que provoca un distanciamiento entre ambos. Esta nueva situación ocasiona problemas en el recién nacido como, por ejemplo, la inseguridad o los desórdenes del sueño. La depresión posparto, lejos de ser exclusiva de las mujeres, afecta en la misma proporción a los hombres, según ha desvelado un estudio estadounidense dirigido por el doctor en Psicología James F. Paulson. El  desconocimiento de este fenómeno hasta el momento, no se debe a su inexistencia, si no a que las preguntas y métodos para detectarlo eran incorrectos. Quizás los nuevos tiempos, donde tanto el hombre como la mujer trabajan y ambos comparten las tareas en el hogar, han hecho que se preste mayor atención a las consecuencias de la paternidad y, por extensión, a los métodos para diagnosticar este tipo de depresión.
Actualmente, se puede afirmar que los hombres pueden sufrir depresión posparto con
un riesgo más elevado entre los tres y seis meses posteriores al nacimiento del bebé. Además, tienen más posibilidades de caer en ella si la madre ya la padece.
Respecto a los síntomas que encontramos en el padre, uno de los más destacados es el sentimiento de frustración que experimenta al sentirse poco útil dentro de la unidad familiar. También influyen los cambios emocionales o las nuevas responsabilidades que debe asumir, en especial si se trata de un padre primerizo. El cuadro habitual en esta situación lo componen los problemas en el trabajo, el mayor consumo de alcohol, los enfrentamientos con la pareja o incluso el hecho de aislarse en su propia soledad.
Al igual que en el caso de las mujeres, si la tristeza y el resto de los síntomas se prolongan durante más de dos semanas, lo más recomendable es consultar a un especialista que pueda tratar correctamente el problema.
Cómo tratarla
Si la depresión posparto ya es una realidad, lo importante es tratarla a tiempo y de la forma más adecuada. Es fundamental que la mujer, o el hombre, no silencien el problema si han detectado algún síntoma o si, simplemente, se sienten superados por su nueva vida. Muchas veces, el mayor obstáculo es el miedo a reconocer que ser padres no reporta la felicidad que imaginaban. Si esto sucede de este modo, lo lógico no es callar, si no buscar ayuda.
Evitar ser los padres perfectos, intentar descansar lo máximo posible o hablar con otros padres, ayudará a asumir y tratar el problema, pero en muchas ocasiones no lo resolverá.
Hablar con el médico de cabecera o con el ginecólogo es un primer paso hacia la solución.

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