Pautas de crianza
"Alrededor del octavo mes de vida, que es cuando empiezan a tener autonomía corporal, hay que empezar a decirles no"
En cuanto el recién nacido llega a casa surgen las primeras dudas sobre qué significan las diversas reacciones del bebé: llantos, rabietas o negativas a comer pueden ser algunos ejemplos.Conocerlas y actuar sobre ellas nos ayudará a guiar el temperamento de nuestro hijo, ayudándole desde el primer día a confi gurar esa personalidad que irá desarrollando hasta convertirse en adulto.
La catedrática de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Universitat de València, Emilia Serra Desfilis, aborda algunas cuestiones sobre la educación de los más pequeños.
¿La educación de los hijos debe comenzar en la cuna?
Por supuesto. Lo primero que los padres descubren en su hijo, y que condicionará la interacción con
él, es lo que conocemos como ‘temperamento del niño’.
Entonces, ¿los niños nacen ya con un temperamento definido?
Efectivamente, a agrandes rasgos, podemos hablar de cuatro tipos. Así, la mayoría, son niños de temperamento fácil. Una minoría, entre un 10% y un 15% se clasificaría como de temperamento difícil.
También existen niños que denominamos de ‘temperamento lento’, con una menor respuesta a los
estímulos y por último, un grupo diverso de casos más minoritarios.
¿Cómo se reconocen?
Los bebés de temperamento fácil son los que respetan los ritmos biológicos, son serenos y tranquilos,
por lo que permiten a los padres distinguir de forma adecuada las necesidades de su hijo. Estos
niños responden afectivamente tal y como se espera y no extrañan los cambios de ambiente. En este
caso, la educación se va a basar desde el principio en la interacción. En cuanto a los niños
difíciles, son los que no respetan las horas de sueño, no comen a sus horas o no se adaptan a
situaciones nuevas, entre otras características.
En estos niños se empieza a crear un círculo vicioso ya que los padres no saben cómo comportarse con ellos, entienden mal las señales del bebé y actúan de forma inadecuada. Los de temperamento lento son los que ante la estimulación tardan más en reaccionar que el resto.
¿Cómo y cuándo se puede detectar que estamos ante un niño difícil?
Un niño de carácter difícil se detecta desde el primer momento, sobre todo en el juego. Es importante
observar al niño, si tiene algún trastorno con la comida o el sueño y, de manera especial, si no juega, ya que nos encontraríamos ante el disco rojo de ‘alerta’. Debemos tener en cuenta que el juego supone aprendizaje, desarrollo emocional y cognitivo, si se retrae ante esto significa que algo está pasando.
Una vez hemos detectado el problema, es fundamental la correcta actuación de los padres y su manejo del problema. Ante esos niños no cabe la desesperación, sino la adaptación.
Es el adulto el que tiene que revertir el comportamiento y mostrar habilidad en el manejo de la situación.
Debemos tener en cuenta que el temperamento del niño es innato, no depende de los padres y, por tanto, estos niños no se pueden educar de igual forma que al resto, su educación es más compleja.
¿En qué momento hay que empezar a poner medidas para evitar malcriar a los hijos?
Durante su primer año ya hay que establecer rutinas. Es más, casi desde el primer día de vida hay que intentar que el niño coma y duerma a sus horas, creando un ambiente amable para el bebé y respondiendo a sus demandas de manera adecuada. De esa forma ya se están estableciendo
los pilares de su desarrollo.
¿A qué edad hay que empezar a decirles NO?
Alrededor del octavo mes de vida, cuando los niños ya empiezan a tener suficiente autonomía corporal, empiezan a andar, reclaman cosas y no atienden a lo que les enseñas, es el momento en que hay que empezar a poner límites, pero siempre acompañado de afecto.
¿Es mejor ser flexible o por el contrario más autoritario?
No hay una regla única sobre cómo educar a un niño. Lo mejor siempre es combinar diversos estilos
en función de la etapa de crecimiento del niño. El que los profesionales conocemos como ‘democrático’, se caracteriza porque hay un control acompañado de afecto explícito y comunicación, que sería la línea más idónea de educación. El estilo autoritario se caracteriza por mucho control pero poco afecto y poca comunicación, mientras que en el otro extremo el permisivo trata al niño con
mucho afecto y poco control, por lo que no son aconsejables. También existen actitudes educativas
‘indiferentes o negligentes’, donde no hay ni control ni afecto, ni seguimiento del aprendizaje del niño.
Durante los dos primeros años de vida, ¿qué fases son importantes en su educación?
En el primer año de vida algo de autoridad viene bien, ya que dar demasiadas explicaciones los convierte en lo que comúnmente se conoce como ‘niños repelentes’.
Así, en los primeros años lo que debe primar es más control del niño y menos comunicación,
mientras que conforme van creciendo y madurando se debe de ir ampliando la comunicación. Y, desde luego, afecto siempre y en todas las etapas de la vida.
¿Cómo actuar ante rabietas y pataletas?
Hay que corregirlas. Lo que funciona mejor es no hacerles caso, no decirles nada y cuando se les
pasa entonces reprenderles. Si les hacemos caso cuando están en plena rabieta les estamos reforzando.
Ante ese tipo de conductas, los padres deben alejarse del niño y hay que esperar a que les pase para actuar entonces.
¿Las discrepancias entre los padres las perciben los bebés?
Desde la cuna los niños perciben de inmediato las discrepancias entre los padres. El tono, el cansancio, el afecto, la tensión tanto del padre como de la madre lo notan en la forma de cogerlos, en la forma de atenderles, en cómo se les hablan, lo detectan todo.
¿Cuándo empieza un niño a darle sentido a la vida?
Sobre los dos años, que es cuando empieza a desarrollarse el pensamiento. Antes de esa edad lo que se produce es empatía.
En la actualidad, ¿están las parejas preparadas para tener hijos?
En general, hay poca madurezpara la maternidad y la paternidad.
Las respuestas ante las dificultades son más inmaduras que en otras épocas, no actúan como adultos y esa inmadurez es una causa de conflicto en la pareja y con el hijo.
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